Des rêves

Desde el jueves que está de visita un amigo. El mismo día de su arribo fuimos a ver la puesta del sol al Cerro Mirador (ya les conté del lugar en este post) 

Como yo estaba con un poco de fiaca, y Jo y Bruno se habían entretenido tocando el teclado, pensé que no íbamos a salir. Me puse a hacer galletitas y frapuccino pero Jo quería ir sí o sí, así que me cambié y partimos. Debido a mis pocas ganas de salir, tardamos un montón y se nos hizo un poco tarde. El atardecer empezó cuando aún estábamos caminando por la ruta hacia el Cerro... 

Los rayos de sol más cálidos iluminaron el campo, los pastitos dorados, la zarzamora en flor, de fondo la silueta de los árboles... Daban ganas de recostarse entre los suaves plumeritos... nos detuvimos un rato, a admirar el paisaje y a retratarlo para siempre... realmente fue mágico. 

Pero seguimos porque queríamos subir el Cerro. Llegamos para el crepúsculo, caminando entre flores, árboles nativos, y algunas espinas, a lo lejos se veían las lucecitas del pueblo y la Sachahuasca hacía el marco perfecto para la foto... 

Ya al descender, un degradé de montañas nos esperaba. Se fue haciendo de noche, y cuando llegamos de nuevo al campo, otra maravilla, cientos y cientos de luciérnagas... adoran los pastos altos y un poquito de humedad... Ninguna foto le hace justicia a lo que vivimos aquel día. Fue una de las escenas de la naturaleza que más me impactó, era demasiado hermoso. 

A veces no puedo creer que vivamos acá, aunque no tiene tanto que ver el lugar, es lindo nunca dejar de sorprendernos de la naturaleza, y si prestamos atención la encontramos en cada rincón. 

¡Hermoso domingo!