La voz del jardín

Cuando aún vivíamos en la otra casa, estaba en mi taller y escuché un zumbido muy cerquita. Empecé a buscarlo y vi a una abejita que salía por la puerta, la observé hasta donde pude y se perdió en el jardín. Enseguida volví a mis tareas, cuando al rato la escucho nuevamente, esta vez venía con algo en la boca, para mi sorpresa ¡era un trozo de hoja!, la seguí con la mirada y se escabulló en unos retazos de lienzo que tenía en un estante. Esperé a que se fuera y desdoblé las telas, cayeron muchos pedacitos de hojas verdes recién cortadas. Sí, estaba armando su nidito, hasta el momento no tenía idea que existían tales abejas por lo que me sorprendí gratamente, me generó tal ternura y amor que no lo puedo explicar en palabras.

Abeja Cortadora de Hojas


Me dio un poco de culpa desarmar el nido ( y tratar que no lo vuelva a armar) que con tanta dedicación y esmero fue armando, pero no era viable que lo construya allí, quedaría encerrada por las mañanas hasta que despertemos o corríamos el riesgo de lastimarla sin querer. Siento amor profundo por toda la superfamilia Apoidea, y quizás ellas lo presientan. Hace unos meses atrás un día de mucho calor, al atardecer mientras regaba el jardín, un insecto empezó a volarme muy cerquita, al principio lo echaba porque ni siquiera sabía qué era, pero al ver su insistencia, lo empecé a observar y ahí fue cuando me di cuenta que era una “abeja cortadora de hojas” y que estaba tomando agua de las gotitas que me salpicaban en los brazos o en la espalda. Creo que ahí, nuestro vínculo se hizo aún más cercano y al día de hoy es mi abeja favorita.

Cuando empecé a interactuar y observarlas más de cerca descubrí que duermen en las flores, ¿hay algo más bello que las flores les sirvan de camita? Bueno, en primavera, durante las mañanas frías, cuando aún el sol no calienta, las podemos observar en distintas flores, en la que más abejas vi es en la Prickly poppy (Argemone subfusiformis) una amapola nativa de color amarillo claro y con hojas pinchudas en celeste grisáceo. Mi rutina durante el mes de noviembre, apenas me levantaba era salir y verlas dormir, a veces había hasta 3 por flor, e incluso, cuando los calores se hicieron más intensos y las flores duraban solo hasta el atardecer, ellas se quedaban igual allí hasta el otro día, pegaditas al fruto como si los pétalos aún existiesen. 

Es que claro, no todas las abejas viven en colmenas o forman comunidades grandes, algunas, la mayoría, son solitarias. Las que viven en las típicas colmenas son las melíferas, una de ellas es la clásica abeja que todos conocemos, la cual no es nativa sino que fue introducida desde europea hace siglos y se ha convertido en cosmopolita, dado habita en todos los continentes y es la de mayor distribución mundial ¿alguna vez vieron en los dibujitos como un enjambre hace formas mientras vuela? La clásica es la figura de la flecha señalando a quien tienen que picar ^_^  estas son las abejas europeas que se mueven en enjambres, en Primavera podemos observar como cientos de ellas sobrevuelan los cielos buscando un nuevo lugar para armar la colmena. Es realmente un acontecimiento digno de presenciar, a veces solo las podemos escuchar, el zumbido se hace cada vez más intenso, en ese momento alzo la cabeza hacia el cielo buscándolas y con un poquito de suerte admiro esa mágica  “mancha negra” pasar. Un día, esa mancha no pasó, sino que se quedó. 

Durante poco menos de una semana en primavera, los murciélagos que viven en un hueco que se formó en el revoque externo de la casa, salen, intuyo, a buscar pareja al bosque. Son muy pocos días los que no están, pero fue en ese momento que las abejas, ni lentas ni perezosas vinieron a investigar, primero unas pocas, luego vinieron más, hasta que al tercer día se mudó todo el enjambre. Me dio pena por los murciélagos que cuando regresaron ya no pudieron habitar la casita que los cobijó tantos años, porque ahora estaba ocupada por una colmena, y se tuvieron que mudar a la vuelta, entre la membrana del techo vivo y las vigas. Estamos pensando seriamente con Jo en hacerles una casita de madera, hay planos en internet para que puedan usarla, salir y entrar cómodamente, porque donde están ahora es hasta peligroso, ya se cayeron, dormidos, varios de ellos y se terminan lastimando. Veremos si resulta, es un proyecto para el invierno. 

Pero volviendo a las abejas, el género que más me llamó la atención es el Agapostemon. Cuando la vi por vez primera, casi no lo podía creer, no tenía idea que existían abejas de estos colores, son de un verde metalizado intenso y relativamente pequeñas (como la mitad de una abeja común) y una que aún no pude identificar y no sé si estará dentro del mismo género o no, es también metalizada verde pero con rojo. 

Incluso hay abejas que miden solo milímetros, casi pueden confundirse con una mosquita, sino fuera por su vuelo notablemente distinto. El Abutilon pauciflorum, una de las flores más delicadas del monte nativo, hospeda estas diminutas abejitas y también les brinda alimento. Es común que flores pequeñas atraigan insectos pequeños y viceversa, pasa mucho con las mariposas. Los abejorros también son parte de la superfamilia Apoidea (familia Apidae) y hay un número significativo de géneros. 

En casa tenemos un árbol hermoso que da flores amarillas y rojas, probablemente lo conozcan, se llama Cina-cina. Durante su floración, en primavera, rebosa de polinizadores, entre abejas, abejorros, mariposas y escarabajitos fue que descubrí un gordito roba corazones. Es el abejorro rojo, por fin un día pude fotografiarlo, aunque no en el Cina-cina, sino en las Cosmos. Es un poco hiperquinético y casi no se queda quieto, sino que va pululando de flor en flor muy rápidamente. 

Este año también pude observar a un abejorro azul pequeño, que visitaba las scabiosas. Hizo nido en los cabios sobresalientes de la casa, bueno, en verdad en esos cabios hicieron nido muchos abejorros, grandes y pequeños, rubios y morochos. Es que claro, tienen a la Passionaria justo al lado y es una de sus flores preferidas. Este abejorro es bastante azul, pero me di cuenta que no lo fotografié sino que hice un video, más adelante haré una compilación de distintas abejas y abejorros y lo subiré al canal de La Maison Naturaliste.

Podría seguir horas hablando de estos bichitos del amor, pensar que de chica les tenía miedo :O y ahora los amo tanto. Me despido con la imagen de 8, sí 8 abejas melíferas (las de la colmena que se armó en casa) en la misma Adormidera, es magnífico escuchar durante la floración de las ampolas, las mañanas zumbantes de primavera.




Comentarios

  1. Qué bonito todo lo que nos cuentas Lola...Desde el aprendizaje autodidacta....con un amor infinito por lo que nos rodea. Siendo realmente conscientes de lo importante...de lo pequeño. Sois inspiradores. Gracias por este y todos los post que compartes. Me quedo admirando a las abejas que duermen en las cosmos, con la mirada que nos regalas. Un abrazo grande desde el otro lado del océano.

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  2. Qué delicia !, me ha encantado , ha sido como estar ahí. Gracias ! ♥♥

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