Hasta luego Verano...

Sutil quizás sea la palabra que mejor define al final de un verdadero verano en el monte… y digo verdadero porque, intuyo, así era antes de que construyan los diques artificiales. Quienes viven aquí desde hace muchos años nos cuentan cómo se modificó el clima, se volvió más húmedo, después de tales eventos. Seguramente muchos de ustedes escucharon alguna vez que a las personas con problemas bronquiales, les recomendaban vivir en determinadas zonas de Córdoba. Este verano fue el más seco de los cinco que ya vivimos en las montañitas. Y el otoño no se está quedando atrás pesar de ser la estación húmeda. 




Pero el monte no deja de brillar, por el contrario está más espléndido que nunca. Las Pavonias no dejaron de florecer ni una sola mañana, creo que nunca vi tantas florecer al mismo tiempo. Estallaban desde las rocas, entre los pastizales, a los costados del camino. Cientos de motitas rosadas, con el centro bordó intenso y sus pétalos tan armoniosos. Con los tallitos delicados y las hojitas aserradas, tan perfectas que parecen pintadas. 




El pasto “nube” es mi favorito. De lejos ves una especie de mancha etérea, y hasta que no te acercás a pocos centímetros no entendés qué es. Son las semillas del Panicum, que forman matas transparentes como nubes, suaves y esponjosas. Destellan los rayitos del sol en sus tallitos bronceados. Acariciarlas suavemente con las manos es una sensación muy placentera. 




Y las marcelas… ay las Marcelas, forman matas frondosas, levantándose entre los pastizales, como queriendo alcanzar el sol. Sus hojas de color celeste grisáceo se mezclan con los tallos de color tiza. Las flores son de un tono crudo, algo amarillito al principio, pero cuanto más sol y más calor, más doradas se vuelven. Es mágico verlas con la luz del atardecer. Y forman un paisaje tan delicado, junto a las gramíneas, también en esos tonos, las pavonias y otras flores que se van sumando a la poesía del monte. 






Las carquejas semillando merecerían un relato aparte. Y te preguntás: ¿cómo hay tanta belleza en algo tan simple? Y justamente en la pregunta está la respuesta. Muchas plantas de esta zona tienen el follaje verde grisáceo, y leí alguna vez que eso es por a falta de agua o el exceso de sol. Y si hay algo que acá no falta es sol. 





Ahora está cayendo apenas un poquito más de agua y quizás los colores del paisaje se vayan transformando, no lo sé, porque cada año es distinto y eso me gusta mucho. Habrá nuevos lugares que explorar, nuevas mariposas que descubrir, nuevos colores y luces para fotografiar. La naturaleza, en su estado más puro, en su estado nativo, autóctono, aborigen o como quieran llamarlo, es lo más hermoso que podemos experimentar, Ojalá todos tengan la posibilidad de hacerlo alguna vez…

  
  



  
  


Comentarios

  1. Naturaleza nativa, natural, silvestre... que maravilla poder espiar un poquito de la vida bella que llevan allá, rodeados de amor y pura vida. Los abrazo fuerte; Carolina.

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  2. Hola Lola! qué bello todo, pero hubo algo que me emocionó muchísimo, y fue el "pasto nube"! yo no sabía que se llamaba así, pero cuando yo era muy chiquita, hace muchos pero muchos años, acá por casa...había!!! no era constante, pero cuando aparecía...qué se yo! flotaba, volaba, lo veía por la plaza, o los arbolitos de la calle, no se, pero los agarraba y los llevaba a mi casa...ya los había olvidado! qué lindo recuerdo me trajo tu relato, gracias!
    abrazo enoorme y que comiencen una hermosa semana...por aquí anuncian lluvia hasta el jueves inclusive, veremos si la pegan jajajaja ♥♥♥
    Claudia

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    Respuestas
    1. El pasto nubee, el nombre lo inventé yo jaja. Se desprenden con facilidad, cuando los acaricié se salían solas las panojas... es precioso, parece surreal. Qué lindo que te trajo ese recuerdo tan hermoso Clauu! gracias!!

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